El antiguo penitente o cucurucho, como es llamado en nuestros días, es todo aquel devoto que en cada Cuarema y Semana Santa participa en los distintos cortejos procesionales, llevando en hombros durante el recorrido de una cuadra, las respectivas andas que portan las distintas imágenes.
Año con año, el cucurucho renueva su derecho a participar en las procesiones mediante la adquisición del respectivo turno, el cual se divide en el turno de honor y ordinario en los grandes cortejos.
Una cartulina con la foto o grabado de la imagen colocada en el pecho del lado izquierdo, es la prueba y señal gráfica de poder "cargar" en la procesión. En ella se indica el número de turno y el brazo correspondiente.

Generalmente el cucurucho es iniciado en estas celebraciones por herencia familiar. Padres llevan a sus niños a participar en las procesiones infantiles. Se consideraba que el peso del anda era proporcional a cada cargador de acuerdo al "peso de sus pecados". Creencia que ya no tiene vigencia en los últimos tiempos.

El cucurucho típico no se encuentra ligado a determinado cortejo, gusta de participar en cada uno de los mismos, y no es extraño que los capitalinos se transporten a la Antigua Guatemala y participen también en las procesiones que se desarrollan en aquella histórica ciudad.